martes, 6 de marzo de 2018

"TERCERA SEMANA DE CUARESMA"

06/03/2018

Hola buenas tardes; les saluda Mary Tere esperando estén disfrutando del rico solecito.

Inspirada en la tercera semana de cuaresma y en especial del evangelio del día de hoy, que refiere al perdón donde Jesús le contesta a pedro que: hay que perdonar setenta veces siete y más! Entonces les envío el siguiente tema, espero los disfruten y lo practiquen yo ya le estoy echando muchas ganitas a eso..


EL PERDÓN


El perdón es el aglutinante de la vida en comunidad, ya que nos mantiene unidos con nuestros semejantes y nos permite crecer en el amor mutuo. Solamente cuando aceptamos con humildad recibir el perdón, somos capaces de darlo. 

     Cuando perdonamos, también nos liberamos a nosotros mismos del lastre y dolor que nos producen los resentimientos. 


      El objetivo esta en comprender el proceso del perdón y las etapas que hay que superar para lograr vivir en paz, tanto con nosotros mismos como con los demás. 

      Henry Nouwen dice que perdonar a otro desde el corazón "es un acto de liberación". Con el perdón liberamos a esa persona de los lazos negativos que existen entre nosotros y le decimos: "Ya no siento rencor por ti, por tu ofensa". 

       Perdonar y ser perdonado

     
El perdón para quien lo da es un gesto de grandeza y para quien lo recibe es una invitación a tomar conciencia y subsanar las equivocaciones. El perdón da alegría; por el contrario, los deseos de vergüenza dividen y nos hacen infelices. Perdonar al otro es en primer lugar un movimiento interior, que nos permite olvidar las faltas que otros han cometido contra nosotros y que elimina de nuestra mente y de nuestro corazón, el rencor, los resentimientos, la ira, la amargura y el deseo de venganza; nos ayuda, además, a recobrar la dignidad y a crecer como personas.

      Pedir perdón y perdonar es un proceso que involucra nuestra emoción, nuestra inteligencia y nuestra voluntad. Debemos aprender a vencer nuestro orgullo, y así aprender a perdonar y a pedir perdón.

      Tengamos claro que perdonar no es olvidar. Tampoco es la negación de una ofensa, ni una fórmula mágica, sino que es el resultado de un aprendizaje en el que intervienen la sensibilidad, la generosidad, la inteligencia, la imaginación y la fe. 

      No olvidemos que la recuperación de una herida es un proceso que lleva tiempo, no un acontecimiento instantáneo. La actitud de perdonar permite seguir adelante en la vida. El perdón es como la fuerza de gravedad, su poder es invisible, pero sus efectos son profundos. 

      Afirma el escritor Henry Noumen: "La tragedia de nuestra vida consiste en que al mismo tiempo sufrimos las heridas de los que debían querernos bien, y no podemos nosotros dejar de herir también a los que amamos". ¡Cuántas personas se desesperan ante su incapacidad de perdonar! Pero ... si hay amor de Dios en nuestro corazón, éste nos moverá a perdonar. 

      ¿Cómo podemos perdonar a los que no quieren ser perdonados? 

     
Nuestro deseo más hondo es que el perdón que damos sea recibido; no obstante, no podemos obligar a quienes hemos perdonado a aceptar nuestro perdón, quizá no sean capaces o no estén dispuestos a hacerlo e, inclusive, puede ser que ni se hayan dado cuenta de que nos han herido.

      Cuando se acepta el perdón, hay un mutuo dar y recibir que genera paz y armonía. Pero si nuestra condición para otorgar el perdón es que éste sea recibido, entonces no estamos perdonando. 

     


El perdón tiene un carácter gratuito y espontaneo

     
El perdonar no puede ser una obligación: o es libre o no existe. Perdonar no significa que el ofendido pretenda sentirse como antes de la ofensa, ni hay que confundir el perdón con la reconciliación. La reconciliación debería ser la consecuencia normal del perdón, pero el perdón en sí mismo no es sinónimo de reconciliación.

       Perdonar al otro tampoco significa disculpar diciendo: "Te perdono, no fue culpa tuya".

      Tenemos un ejemplo clarísimo del papá Juan Pablo II (de feliz memoria) cuando a los pocos días del atentado del 13 de mayo de 1981, en cuanto salió del hospital, visitó personalmente a su agresor, lo abrazó y posteriormente comentó: "Le he hablado como se habla a un hermano que goza de mi confianza, y al que he perdonado"

      Perdonar no significa renunciar a nuestros derechos

      El afirmar que el perdón es un acto de benevolencia gratuita no implica que el ofendido renuncie con ello a la aplicación de la justicia o descargue al ofensor de toda responsabilidad moral. 

     Saber discernir

     

Hay que aclarar las diferencias entre las circunstancias que requieren perdón y aquéllas que no tienen que ver nada con esta práctica espiritual. Al mismo tiempo, hay que distinguir entre las ofensas graves y las leves, y diferenciar cuando la ofensa va dirigida directamente a nosotros y cuando nos ofendemos por algo que le hacen a un ser querido. A la vez, hay una gran diferencia entre las ofensas que son sometidas por personas amadas o por desconocidos.

      Las doce etapas del perdón

      A continuación veremos las doce etapas del proceso del perdón auténtico, en las que tiene que trabajar toda persona que desea perdonar:


      1) Reconocer la herida y la propia vulnerabilidad. 

      2) Compartir la herida con una persona de nuestra confianza. 

      3) Identificar la pérdida para pasar por el período de duelo y tratar de olvidarla. 

      4) Aceptar la propia cólera. 

      5) Perdonarnos a nosotros mismos. 

      6) Empezar a comprender al ofensor. 

     7) Decidir no vengarnos y no permitirnos decir palabras hirientes a quienes nos han ofendido, pero tampoco permitir más ofensas, es decir, poner límites y decir; ¡Hasta aquí!

     8) Encontrar el sentido de la ofensa en la propia vida. 

     9) Saberse digna de perdón y ya perdonada. 

   10) Dejar de obstinarse en perdonar. 

   11) Abrirse a la gracia de perdonar. 

   12) Decidir de una vez por todas terminar la relación o renovarla. 



 DICCIONARIO

AGLUTINANTE: Unir, pegar una cosa con otra. 
DUELO: Dolor o aflicción. 
FRUCTÍFERA: Que da fruto. 
LASTRE: Peso. 
RESENTIDO: Ofendido, molesto, rencoroso. 
VENGAR: Ocasionar un daño a alguien como respuesta a otro daño recibido de él. 
VULNERABLE: Que puede ser herido, que puede ser atacado. 


NO HAGAS SUPOSICIONES
( Tercer acurdo "No hagas suposiciones" del libro Los Cuatro Acuerdos" del autor: Dr. Miguel Ruíz)  

continuación ....

      Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Esta es la mayor suposición que podemos hacer, y es la razón por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos convertirán en sus víctimas, nos maltratarán y nos culparán como nosotros mismos hacemos. De modo que, incluso antes de que los demás tengan la oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos. Así es como funciona la mente humana.

       También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo, y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo por que no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas. Tal vez necesites más datos sobre una situación en particular. O quizá necesites dejar de mentirte a ti mismo sobre lo que verdaderamente quieres. 

      A menudo, cuando inicias una relación con alguien que te gusta, tienes que justificar por qué te gusta. Sólo ves lo que quieres ver y niegas que algunos aspectos de esa persona te disgustan. Te mientes a ti mismo con el único fin de sentir que tienes razón. Después haces suposiciones, y una de ellas es: <<Mi amor cambiará s esta persona>>. Pero no es verdad. Tu amor no cambiará a nadie. Si las personas cambian es por que quieren cambiar, no por que tú puedas cambiarlas. Entonces, ocurre algo entre vosotros dos y te sientes dolido. De pronto, ves lo que no quisiste ver antes, sólo que ahora está amplificado por tu veneno emocional. Ahora tienes que justificar tu dolor emocional y echar la culpa de tus decisiones a los demás.

      No es necesario que justifiquemos el amor; está presente o no lo está. El amor verdadero es aceptar a los demás tal como son sin tratar de cambiarlos. Si intentamos cambiarlos significa que, en realidad, no nos gustan. Por supuesto, si decides vivir con alguien, si llegas a ese acuerdo, siempre será mejor que esa persona sea exactamente como tú quieres que sea. Encuentra a alguien a quien no tengas que cambiar en absoluto. Resulta mucho más fácil hallar a alguien que ya sea como tú quieres que sea. Encuentra a alguien a quien no tengas que cambiar en absoluto. Resulta mucho más fácil hallar a alguien que ya sea como tú quieres que sea, que intentar cambiar a una persona. Además, ese alguien debe quererte tal como eres para no tener que hacerte cambiar en absoluto. Si otras personas piensan que tienes que cambiar, eso significa que, en realidad, no te aman tal como eres. ¿Y para qué estar con alguien si tú no eres tal como quiere que seas?

      Debemos ser quienes somos, de modo que no tenemos que presentar una falsa imagen. Si me amas tal como soy, muy bien, adiós. Búscate a otro. Quizá suene duro, pero este tipo de comunicación significa que los acuerdos personales que establecemos con los demás son claros e impecables.

      Imagínate tan sólo el día en que dejes de suponer cosas de tu pareja, y a la larga, de cualquier otra persona de tu vida. Tu manera de comunicarte cambiará completamente y tus relaciones ya no sufrirán más a causa de conflictos creados por suposiciones equivocadas.

      La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.

     Asimismo, encuentra tu voz para preguntar lo que quieres. Todo el mundo tiene derecho a contestarte <<sí>> o <<no>>, pero tú siempre tendrás derecho a preguntar. Del mismo modo, todo el mundo tiene derecho a preguntarte y tú tienes derecho a contestar <<sí>> o <<no>>.

      Si no entiendes algo, en lugar de hacer una suposición, es mejor que preguntes y que seas claro. El día que dejes de hacer suposiciones, te comunicarás con habilidad y claridad, libre de veneno emocional. Cuando ya no hagas suposiciones, tus palabras se volverán impecables. 

     
Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. No será necesario que hagas suposiciones porque todo se volverá muy claro. Esto es lo que yo quiero, y esto es lo que tú quieres. Si nos comunicamos de esta manera, nuestras palabras se volverán impecables. Si todos los seres humanos fuésemos capaces de comunicarnos de esta manera, con la impecabilidad de nuestras palabras, no habría guerras, ni violencia ni disputas. Sólo con que fuésemos capaces de tener comunicación buena y clara, todos nuestros problemas se resolverían.

     Este es, pues, el Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones. Decirlo es fácil, pero comprendo que hacerlo es difícil. Lo que es porque, muy a menudo, hacemos exactamente lo contrario. Tenemos todos esos hábitos y rutinas de los que ni tan siquiera  somos conscientes. Tomar conciencia de esos hábitos y comprender la importancia de este acuerdo es el primer paso, pero no es suficiente. La idea o la información es sólo la semilla en la mente. Lo que realmente hará que las cosas cambien es la acción. Actuar una y otra vez fortalece tu voluntad, nutre la semilla y establece una base solida para que el nuevo hábito  se desarrolle. Tras muchas repeticiones, estos nuevos acuerdos se convertirán en parte de ti mismo y verás cómo la magia de tus palabras hará que dejes de ser un mago negro para convertirte en un mago blanco.

      Un mago blanco utiliza las palabras para crear, dar, compartir y amar. Si haces un hábito de este acuerdo, transformarás completamente tu vida.

      Cuando transformas todo tu sueño, la magia aparece en tu vida. lo que necesitas te llega con gran facilidad porque el espíritu se mueve libremente en ti. Esta es la maestría del intento, del espíritu , del amor, de la gratitud, y de la vida. Este es el objetivo del tolteca. Este es el camino hacia la libertad personal. 

      




Cuando te enfrentas a u n problema aleja
tu mente de él y deja vía libre para
que el universo pueda hallar una solución.
Adopta esta actitud cuando te encuentres
en un embotellamiento de tráfico, en un
aeropuerto, en tus relaciones con los demás,
o cuando te enfrentas a problemas de salud
o de trabajo. Esto no es más que aprender
a fluir con la vida, en lugar de luchar contra
cualquier cambio de planes. Haz que sea ésa
tu nueva forma de afrontar los problemas
y verás cómo desaparecen.




"Dejo salir de mi vida todo 
lo que ya no me aporta nada"


  




Se despide de ustedes, Mary Tere de Vargas deseándoles excelente semana. 

   

    

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