jueves, 3 de agosto de 2017

LA MISIÓN DE LOS PADRES EN EL SIGLO XXI

La tarea de los padres nunca pasa de moda. No basta con cubrir las necesidades de los hijos básicas, se deben inculcar valores humanos, morales y éticos, que le permitan enfrentarse al mundo  lleno de retos que les toca vivir.

OBJETIVO: Conocer algunos puntos que hay que tomar en cuenta en la educación de nuestros hijos, para formarlos de modo que se conviertan en hombre y mujeres íntegros.

El panorama que nos muestra el mundo de hoy muchas veces no nos agrada; hay una gran ausencia de valores, situación que tiene como consecuencia la proliferación de la violencia, los vicios, la pornografía y el crimen. Por otro lado, frecuentemente observamos que hay seres humanos que no encuentran su razón de vivir y consecuentemente están inmersos en el egoísmo, la tristeza y la soledad.

Estamos conscientes de que si queremos transformar la sociedad, es preciso empezar por transformar a la célula primaria de ella que es la familia. Recordemos que la sociedad es lo que son los individuos que la forman y que éstos serán lo que son las familias.

Vivimos en una sociedad en donde la entrega a los hijos no es del todo común; y con facilidad se renuncia a su cuidado debido el egoísmo que prevalece. Es triste, pero a la vez es un síntoma que debemos analizar, que las nuevas generaciones clamen como lo hicieron en una reunión juvenil:
¡NO QUEREMOS PROCREADORES, QUEREMOS PADRES!

NO olvidemos que cuando no se vive en familia el concepto pleno del amor, entendido como un dar y recibir, cuando en nuestra familia no damos ejemplo de los valores, que por otro lado predicamos, difícilmente podremos educar hombres y mujeres íntegros que estén conscientes del sentido de su vida.

Nuestro reto sera crear en cada una de nuestras familias la verdadera "civilización del amor" que hoy el mundo reclama. Ese mundo que ya no quiere arengas, ni mensajes vacíos, sino testimonios vivos de que el amor en toda su dimensión es posible vivirlo plenamente en familia.



Hoy vamos a profundizar sobre algunos puntos que nos ayudarán a educar a nuestros hijos.

Darles tiempo: Nuestros hijos nos demandan que les dediquemos tiempo. Esto es fundamental porque, el no hacerlo, estamos delegando su formación en personas que no están capacitadas para hacerlo. EL renunciar a darles nuestro tiempo, lo pagaremos muy caro porque nuestros hijos serán lo que las otras personas hagan de ellos.

Ser coherentes: Los hijos son muy perspicaces para detectar la falta de coherencia entre el decir y el hacer y entre la forma de pensar y actuar de sus padres. Se dice que "las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra". No ser coherentes genera incertidumbre en nuestros hijos y provoca que nos pierdan el respeto.

Promover la cultura del esfuerzo: Una tendencia del joven moderno es seguir lo que se ha dado en llamar la "Ley del menor esfuerzo". Si a demás nosotros tratamos  de solucionarles todo, haciéndoles la vida demasiado fácil o creándoles falsas expectativas, estaremos formando seres débiles, con falta de voluntad e incapaces de esforzarse por lo que vale la pena.

Fomentar el diálogo familiar: Promover el diálogo es una manera de formar personas abiertas, que pueden ventilar sus problemas, sus inquietudes y sus alegrías. Recordemos que el silencio en la familia solamente agudiza las heridas, crea resentimientos y genera en los hijos una personalidad con dificultades para expresar sus sentimientos, situación que será un lastre para su vida adulta. Procuremos hablar con los hijos, aun de los temas que a nosotros nos parecen escabrosos, como el sexo y las drogas, ya que si nosotros no lo hacemos, la información la recibirán de otras personas con los peligros que esto implica.

Mantener nuestro papel de padres: Por ningún motivo cambiemos nuestro papel de padres por el de amigos de nuestros hijos. Ellos tienen muchos amigos, pero padre o madre solamente uno, no debemos caer en el error de suprimir el concepto de autoridad. Corresponde a papá y a mamá, de mutuo acuerdo, fijar las directrices para la familia.

Compartir: Nuestro amor jamás llegara la plenitud si no se irradia hacia los demás. Nuestros compromiso con la comunidad es fundamental para fomentar en los hijos la entrega, creando así una sociedad en donde se respete la dignidad de cada persona y se trabaje porque se mejore el nivel de vida de los menos favorecidos.

Educar: Evitemos caer en el error de pensar que con tener a los hijos en la escuela ya estamos cumpliendo con nuestra obligación. Una cosa es enseñar y otra es formar; la responsabilidad de formar a nuestros hijos es nuestra. Las instituciones educativas tienen un papel complementario, porque les imparten conocimientos y apoyan lo que nosotros hacemos en casa.

Vivir nuestra vocación tridimensional: Tenemos una vocación en tres dimensiones: familia, trabajo, comunidad. Vivir plenamente en los tres ámbitos debe ser nuestro reto; nuestros hijos quieren ver padres que vivan intensamente los tres aspectos, que trasciendan para así tener una brújula que les marque el rumbo.

Promover el respeto a los mayores: El exceso de actividades y el culto exagerado hacia la juventud nos ha llevado a relegar y, en muchas ocasiones, a olvidar a aquellos que poseen experiencia y a quienes deberíamos respetar, es decir, a los abuelos. Una sociedad que no tiene tiempo para amarlos, respetarlos y honrarlos es una sociedad ingrata. 

Vivir la generosidad: Practicar los puntos que hemos mencionado para la formación de nuestros hijos, requiere dejar atrás el egoísmo, renunciar a muchas comodidades, sacrificar diversiones, pero en esa renuncia radica precisamente nuestro reto y más tarde gozaremos del futuro de nuestro esfuerzo.


HIJO MÍO

Hijo mío que tu vida este plena de ...

entusiasmo,
para ver hacia delante;

felicidad,
para mantenerte dulce;

problemas,
para mantenerte fuerte;

penas,
para mantenerte humano;

esperanza,
para mantenerte feliz;

fracasos,
para mantenerte humilde;

éxitos,
para mantenerte anhelante;

amigos,
que te den bienestar;

riqueza,
para satisfacer tus necesidades;

fe,
para desterrar la depresión;

amor,
hacia tus padres y hermanos;

y decisión,
para hacer que cada día sea mejor que el anterior.




Estuvieron con ustedes:
                                         Mary Tere y Karla.



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