Buen día, los saluda Mary Tere de Vargas.
Como en las semanas anteriores, nos hemos estado enfocando un poco hacia la semana santa, está semana vamos a hablar sobre la actitud ante el dolor ya sea del cuerpo, del alma, como ejemplo: tenemos a Cristo en el monte de los Olivos, cuando se retira a hacer oración. Pero a hacer oración es relajarnos realmente y tener esa comunicación con Dios, que nos permita alcanzar la fortaleza, el perdón y por sobre todo la aceptación de nuestra angustia y de nuestro dolor....
"ACTITUD ANTE EL DOLOR"
El objetivo está en aprender a vivir los momentos dolorosos con una actitud digna y razonada, a enfrentar la realidad y poner los recursos necesarios para resolver los problemas poniéndonos en manos de Dios para aceptar su voluntad.
Nuestra vida está salpicada de múltiples experiencias que nos llenan de dolor y la actitud positiva para no abatirnos, será la de tratar de solucionar los problemas cuando ello esté a nuestro alcance, olvidando los hechos dolorosos que no tienen solución y que sólo remueven las heridas y en muchas ocasiones nos llenan de rencor: El perdón a quien nos ofende e inflige dolor es el mejor remedio para sanar nuestro espíritu y nuestra mente. Perdonar es liberarse de las cadenas que nos atan a los recuerdos dolorosos.
Si el perdón es tan maravilloso ¿Por qué hay personas que no se deciden a perdonar y a olvidar?- Porque no saben como liberarse de esa tremenda carga, hay que pensar que cuando no perdonamos a la persona que nos ofendió. esa persona no sufre, los que sufrimos somos nosotros.
Para algunas personas, el proceso de perdonar totalmente es más difícil, especialmente para aquellas que han sido lastimadas por quienes amaban o en quienes confiaban como son los padres o parientes, sin embargo para todas resulta un beneficio comenzar a perdonar.
Hay algunos pasos que pueden facilitar que alcancemos a perdonar:
1. Practicar con pequeños actos de perdón:
Si nosotros estamos conscientes de que vamos a entrar en un proceso de perdón, será necesario olvidar las ofensas que nos han hecho en el pasado, es preciso que empecemos perdonando las pequeñas cosas que nos hacen aquellos que hoy nos lastiman aunque sea en forma leve, como el chofer del camión que nos apresura groseramente para que nos bajemos, la dependiente del súper que se molesta porque no tenemos listo el dinero para pagar, el hijo que nos da un portazo, etc. Estos pequeños perdones nos irán preparando para el perdón de situaciones más graves que nos han abrumado toda la vida.
2. Liberar los sentimientos negativos:
En estos casos es útil hablar de nuestro coraje o decepción con un sacerdote o con una amiga de confianza. Ya que el hecho de ser escuchada contribuye a aliviar nuestro dolor.
Hay que tener cuidado de no decir algo de lo que después podamos arrepentirnos, no debemos caer en la tentación de demostrar el dolor con expresiones de rabia como portazos, gritos, llantos histéricos, quebrar objetos, etc. Tengamos presencia de ánimo y dominio de nosotras mismas, sabiendo que podemos dominar las situaciones por lo tanto no dejemos que ellas nos dominen a nosotras.
3. Escribir un carta a la persona que nos infringe el dolor:
Podemos expresar en ella nuestros sentimientos, sin acusar ni culpar a nadie. Usemos palabras como "yo siento" "no entiendo", para describir el impacto que ha tenido en nuestra vida el comportamiento de quien nos ha ofendido.
¿Debemos mandar esta carta? Lo haremos si lo consideramos correcto y positivo, pero si la persona que nos lastimó es incapaz de leerla, será mejor quemarla ya que esta es una manera simbólica de que nuestro dolor desaparezca como el humo.
4. Confrontar o no a la persona que nos ofende:
Una confrontación que se lleva a cabo de manera tranquila y razonada puede servirnos para aclarar malos entendidos y en otras ocasiones para dar salida a nuestro malestar. A veces las aclaraciones nos sirven para saber que la intención de nuestro ofensor no fue lastimarnos y que ni siquiera se había dado cuenta de ello.
Hay otras situaciones, especialmente si el dolor proviene del abuso sexual, en que no es conveniente tener un enfrentamiento con la personas que nos atacó pues esto puede provocar aun más dolor. Es más sano en este caso perdonar y eliminar de nuestra vida el coraje y el dolor que nos ha producido.
Esto no quiere decir que tengamos que olvidar la experiencia sufrida pues esta puede ser una enseñanza para no volver a ser víctimas de un abuso de este tipo y para alertar y cuidar a nuestros hijos. Recordemos que anteriormente dijimos que una experiencia negativa siempre nos deja un aprendizaje y en este caso puede ser el saber como evitar que esto vuelva a suceder.
En algunas ciudades de nuestro país hay organizaciones como el DIF que se dedican a dar atención psicológica a las personas que han sido violadas para recibir el apoyo que tanto necesitan. Por lo tanto si estamos en esa situación, no dudemos en acudir a quien puede ayudarnos.
5. Meditar y rezar:
Muchas veces el enfocar nuestro problema en su justa dimensión, nos damos cuenta de que tal vez estábamos exagerándolo y que nuestra situación tiene remedio. Debemos afianzarnos en nuestra Fe y pedir a Dios que nos dé la fuerza necesaria para aceptar nuestra realidad y para perdonar, lo cual redundará en paz y serenidad en nuestras vidas.
Cualquier persona es capaz de cometer un error pero la capacidad de perdonar solamente la tienen las almas nobles.
6. Mirar hacia el futuro:
Consideremos que en esta vida nada es eterno y que el dolor que hoy sentimos, se irá desvaneciendo con el paso del tiempo hasta quedar en nuestras mentes como un simple recuerdo. Ya no miremos al pasado que ese ya quedó atrás, vivamos el presente con alegría y de tal manera que el futuro sea alentador.
Una de las experiencias más dolorosas es la muerte de un ser querido, ya que implica una separación definitiva. Este es un paso muy difícil que todos tarde o temprano tenemos que enfrentar. En estos momentos es preciso hacer presente nuestra Fe para aceptar la voluntad de Dios, son momentos en que es imperante no soltarnos de su mano. Así actuó Cristo en el Huerto de los Olivos cuando sintió como hombre, el temor de la muerte y el abandono de su padre, repitiendo sin cesar: "¡Padre mío, si es posible no me hagas beber este cáliz, pero no obstante, no se haga lo que yo quiero sino lo que tú" Mateo 26, 39
Cristo nos dejó el ejemplo de como actuar ante el dolor y la impotencia pues El rezaba reconociendo que Dios como padre nunca nos abandona si nosotros lo invocamos con Fe.
Estas horas de soledad en el Huerto de los Olivos son para Cristo, horas desgarradoras, tanto que le producen sudores de sangre, es cuando necesita el consuelo de los suyos y no están cerca. El nos da la pauta de cual debe ser nuestra actitud cuando pasamos una pena: acudir a Dios como padre y aceptar su voluntad.
Cuando por la pérdida de un ser querido estemos llenas de decaimiento, desesperanza, tal vez hasta de rebeldía, acudamos al Señor en la oración, porque en ella encontraremos el poder que nos dará fuerza en nuestra debilidad, que nos consolará y que nos hará menos difíciles esas horas de angustia.
DICCIONARIO
CONFRONTAR: Poner frente a frente, carear.
INFRINGIR: Quebrantar, romper, faltar al cumplimiento de algo.
HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO QUE PUEDAS
continuación....
(Cuarto Acuerdo "Haz siempre lo máximo que puedas" del libro los Cuatro Acuerdos del Dr. Miguel Ruíz )
Hacer lo máximo que puedas es un gran hábito que te conviene adquirir. Yo hago lo máximo que puedo en todo lo que emprendo y siento. Hacerlo se ha convertido en u ritual que forma parte de mi vida, porque yo escogí que así fuese. Es una creencia, como cualquier otra de las que he elegido tener. Lo convierto todo en un ritual y siempre hago lo máximo que puedo. Para mí, ducharse es un ritual; con esta acción le digo a mi cuerpo lo mucho que lo amo. Disfruto al sentir el agua correr por mi cuerpo. Hago lo máximo que puedo para que las necesidades de mi cuerpo se vean satisfechas, para cuidarlo y para recibir lo que me da.
En la india celebran un ritual denominado puja. En él cogen unas imágenes que representan a Dios de muy diversas maneras y las bañan, les dan de comer y les ofrecen su amor. Incluso les cantan mantras. Las imágenes no son importantes en sí. Lo que importa es la forma en que celebran el ritual, el modo en que dicen: << Te amo, Dios>>.
Dios es vida. Dios es vida en acción. La mejor manera de decir <<Te amo, Dios>>, es vivir haciendo lo máximo que puedas. La mejor manera de decir: <<Gracias, Dios>>, es dejar ir el pasado y vivir el momento presente, aquí y ahora. Sea lo que sea lo que la vida te arrebate, permite que se vaya. Cuando te entregas y dejas ir el pasado, te permites estar plenamente vivo en el momento presente. Dejar ir el pasado significa disfrutar del sueño que acontece ahora mismo.
Si vives en un sueño del pasado, no disfrutas de lo que sucede en el momento presente, porque siempre deseas que sea distinto. No hay tiempo para que te pierdas nada ni a nadie, porque estás vivo. No disfrutar de lo que sucede ahora mismo es vivir en el pasado, es vivir sólo a medias. Esto conduce a la autocompasión, el sufrimiento y las lagrimas.
Naciste con el derecho de ser feliz. Naciste con el derecho de amar, de disfrutar y de compartir tu amor. Estás vivo, así que toma tu vida y disfrútala. No te resistas a que la vida pase por ti, porque es Dios que pasa a través de ti. Tu existencia prueba, por sí sola, la existencia de Dios. Tu existencia prueba la existencia de la vida y la energía.
No necesitamos saber ni probar nada. Ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa. Di que no cuando quieras decir que no, y di que sí cuando quieras decir que sí. Tienes derecho a ser tú mismo. Y sólo puedes serlo cuando haces lo máximo que puedes. Cuando no lo haces, te niegas el derecho a ser tú mismo. Esta es una semilla que deberías nutrir en tu mente. No necesitas muchos conocimientos ni grandes conceptos filosóficos. No necesitas que los demás te acepten. Expresas tu propia divinidad mediante tu vida y el amor por ti mismo y por los demás. Decir: <<Eh, te amo>>, es una expresión de Dios.
Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. No esperes ser siempre impecable con tus palabras. Tus hábitos rutinarios son demasiado fuertes y están firmemente arraigados en tu mente. Pero puedes hacer lo máximo posible. No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente; sólo haz lo máximo que puedas. No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, pero sí puedes hacer lo máximo posible.
Si haces lo máximo que puedas, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las coas personalmente y hacer suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuando haces lo máximo que puedes, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras.
Si siempre haces lo máximo que puedas, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación. La práctica forma al maestro. Cuando haces lo máximo que puedes, te conviertes en un maestro. Todo lo que sabes lo has aprendido mediante la repetición. Aprendiste así a escribir, a conducir e incluso a andar. Eres un maestro hablando tu lengua porque la has practicado. La acción es lo que importa.
Si haces lo máximo que puedas en la búsqueda de tu libertad personal y de tu autoestima, descubrirás que encontrar lo que buscas es sólo cuestión de tiempo. No se trata de soñar despierto ni de sentarse varias horas a soñar mientras mediatas. Debes ponerte en pie y actuar como ser humano. Debes honrar al hombre o la mujer que eres. Debes respetar tu cuerpo, disfrutarlo, amarlo, alimentarlo, limpiarlo y sanarlo. Ejercítalo y haz todo lo que le haga sentirse bien. Esto es una puja para tu cuerpo, es una comunión entre Dios y tú.
No es necesario que adores a ninguna imagen de la Virgen María, de Cristo o de Buda. Puedes hacerlo si quieres; si te hace sentir bien, hazlo. Tu propio cuerpo es una manifestación de Dios, y si honras a tu cuerpo, todo cambiará para ti. Cuando des amor a todas las partes de tu cuerpo, plantarás semillas de amor en tu mente, y cuando crezcan, amarás, honrarás y respetarás tu cuerpo inmensamente.
Entonces, toda acción se convertirá en un ritual mediante el cual honrarás a Dios. Después de esto, el siguiente paso consistirá en honrar a Dios con cada pensamiento, con cada emoción, con cada creencia, tanto si es <<correcta>> como si es <<incorrecta>>. Cada pensamiento se convertirá en una comunión con Dios y vivirás un sueño sin juicios, sin ser una víctima y libre de la necesidad de chismorrear y maltratarte.
Cuando honres estos cuatro acuerdos juntos, ya no vivirás más en el infierno. Definitivamente, no. Si eres impecable con tus palabras, no te tomas nada personalmente, no haces suposiciones y siempre haces lo máximo que puedas, tu vida será maravillosa y la controlarás al cien por cien.
Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la maestría de la transformación una de las maestrías de los toltecas. Transformas el infierno en cielo. El sueño del planeta se transforma en tu sueño personal del cielo. El conocimiento está ahí; sólo tienes que adoptarlos y respetar su significado y su poder.
Lo único que tienes que hacer es lo máximo que puedas para honrar estos acuerdos. Establece hoy este acuerdo: <<Elijo respetar los Cuatro Acuerdos>>. Son tan sencillos y lógicos que incluso un niño puede entenderlos. Pero para mantenerlos, necesitas una voluntad fuerte, una voluntad muy fuerte. ¿Por qué? Porque vayamos donde vayamos descubrimos que nuestro camino está lleno de obstáculos. Todo el mundo intenta sabotear nuestro compromiso con estos nuevos acuerdos, y todo lo que nos rodea está estructurado para que los rompamos. El problema reside en los otros acuerdos que forman parte del sueño del planeta. Están vivos y son muy fuertes.
Por esta razón es necesario que seas un gran cazador, un gran guerrero capaz de defender los Cuatro Acuerdos con tu vida. Tu felicidad, tu libertad, toda tu manera de vivir dependen de ello. El objetivo del guerrero es trascender este mundo, escapar de este infierno y no regresar jamás a él. Tal como nos enseñan los toltecas, la recompensa consiste en trascender la experiencia humana del sufrimiento, y convertirse en la encarnación de Dios. Esa es la recompensa.
Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos, necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. Al principio, yo no creía que pudiera ser capaz de hacerlo. He fracasado muchas veces, pero me levanté y seguí adelante. No me compadecí de mi mismo. Dije: <<Si me caigo, soy lo bastante fuerte, lo bastante inteligente, ¡puedo hacerlo!>>. Me levanté y seguí adelante. Me caí y seguí adelante, y adelante, y cada vez me resultó más y más fácil. Sin embargo, al comienzo era tan duro y tan difícil....
De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez la satisfacción de convertirte en una víctima. No, sé firme contigo mismo. Levántate y establece el acuerdo de nuevo: <<Está bien, rompí el acuerdo de ser impecable con mis palabras. Empezaré otra vez desde el principio. Voy a mantener los Cuatro Acuerdos sólo por hoy. Hoy seré impecable con mis palabras, no me tomaré nada personalmente, no haré suposiciones y haré lo máximo que pueda>>.
Si rompes un acuerdo, empieza de nuevo mañana y de nuevo al día siguiente. Al principio será difícil, pero cada día te parecerá más y más fácil hasta que, un día, descubrirás que los Cuatro Acuerdos dirigen tu vida. Te sorprenderá ver como se ha transformado tu existencia.
No es necesario que seas religioso ni que vayas a la iglesia cada día. Tu amor y tu respeto por ti mismo crecen incesantemente. Puedes hacerlo. Si yo lo hice, también tú puedes hacerlo. No te inquietes por el futuro; mantén tu atención en el día de hoy y permanece en el momento presente. Vive el día a día. Haz siempre lo máximo que puedas por mantener estos acuerdos, y pronto te resultará sencillo. Hoy es el principio de un nuevo sueño.
La enfermedad del
cuerpo es una gran
maestra. Recuerda que
para que algo llegue
a materializarse,
antes debe haber existido
en un plano mental.
Si algo no funciona en
tu cuerpo, ve al
médico, pero busca también
la causa en tu
interior. Seguro que tu yo
interior quiere
decirte algo y no se ha podido
comunicar contigo,
porque no has escuchado
tus emociones que son
sus mensajeras.
Conéctate con tu yo
interior, escúchate,
acéptate, quiérete y
busca la fuerza
dentro de ti.
Me permito sentir mi tristeza y no intento
enmascararla. Sé que con ello perderá su fuerza.
Se despide, Mary Tere de Vargas y les desea una linda semana...
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